abril 25, 2007

Abuela o Abuelita?

Esto me llego por correo, me parece interesante, yo también soy abuelita, tengo 4 nietos, no crio, ni educo, ni me quedo a cargo de ellos, no es mi obligación hacerlo, pero cuando me visitan me dedico a malcriarlos, amarlos, darles amor y junto con ellos hacemos rabiar a las mamás, jajaja. Me dicen Yeya y solo nos damos amor.


¡Abuelita, qué mala onda tienes!
Por Noemí Ciollaro
Nueras y yernos son un tema reiterativo a la hora de hablar de los nietos, aunque hijas e hijos también llevan su parte.
Ana María Luzzani (65), ama de casa, viuda, dedica la mayor parte de su tiempo al yoga, la vitrofusión y las salidas con amistades. “Yo tengo cinco hijos y seis nietos, todos divinos, varones y mujeres, los adoro, pero a veces no tengo ganas de atenderlos, de que me los dejen para que los cuide, de postergar mis cosas porque sus padres tienen que hacer las de ellos. Yo ya fui madre de sobra, nunca trabajé fuera de mi casa, con tantos chicos no era posible y además no hacía falta, mi marido era empresario, teníamos un buen pasar. Enviudé hace cinco años, primero fue un golpe espantoso, la mayoría de mis hijos estaban casados o por casarse, me quedé completamente sola y tuve que armarme una vida nueva. Lloré mucho, mucho, se me había vaciado el nido y había perdido a mi esposo. ¿Qué hacer con mi vida? No era ni joven, ni vieja, porque hoy a los 60 no sos vieja, aunque lo que ven los demás es distinto de lo que una siente. Y sí: ‘Vieja, ¿te quedás con los chicos que tenemos una fiesta?’, o ‘Mami, ¿no vas a buscar a Malenita al jardín?’, y terminás peor que una ambulancia, no tenés día, ni horarios, te avasallan. Y encima están los desacuerdos de nueras y yernos acerca de lo que hacés con tus nietos. Me cansé, ahora soy yo la que propone cuando quiero traerme a mis nietos, y un día por semana vienen todos a comer y a pasar la tarde.”
¿Cuándo se es vieja/o? ¿Es una percepción individual o una noche una se acuesta todavía joven y amanece vieja a la mañana siguiente? Cuando hay que empezar los trámites de jubilación, cuando se deja de trabajar, cuando se enferma, cuando los demás le dicen “abuela”, tenga o no tenga nietos, cuando se pierden las ganas de todo. ¿Cuándo?
Durante la Asamblea Mundial del Envejecimiento, realizada en Viena en 1982, se definió como anciano a quien tuviera más de 60 años. En 2002 volvieron a reunirse los magistrados de la vejez en Madrid y, contemporizadores, decidieron que hay que adoptar un criterio más flexible, no es cuestión de andar defecando sentencias para la humanidad. No.
En Japón, el 18 de septiembre es el Día Nacional del Respeto a la Ancianidad, se venera y homenajea a los mayores. En la Argentina, una encuesta nacional realizada por las universidades de Buenos Aires, Mar del Plata, Luján y Tucumán entre 1784 personas de entre 16 y 85 años, residentes en Capital, Mar del Plata, Luján, San Miguel, Campana y Tucumán, arrojó que el 35,4 por ciento de los argentinos urbanos tienen “rechazo” hacia los adultos mayores (denominación más light que vieja/o); el 29,8 por ciento no los valoriza, y un 27 por ciento vincula a los adultos mayores con la experiencia y la sabiduría. En el interior del país se los cuida y respeta más, y –dice la encuesta– se prefiere que vivan con la familia antes que en geriátricos. La valoración más positiva es que pueden “cuidar a los nietos”, si están bien de salud.
Mabel Burin cree que hay tres tipos de abuelas, especialmente en mujeres urbanas, y las define como “tradicionales”, “innovadoras” y “transicionales”.
“No todas las abuelas acusan el impacto de la misma manera; algunas sí se sienten profundamente conmovidas, absorbidas por la abuelidad. Otras piden cierta distancia, y puede ser que a otras les resulte bastante indiferente. Eso depende en parte de la historia subjetiva de cada mujer y de su posición en el género femenino; quienes tienen posiciones más tradicionales se sentirán muy comprometidas y harán una abuelidad muy de presencia física, de poner el cuerpo y darle mucho tiempo a la criatura. Otras son muy innovadoras, tienen un contacto relativo con la criatura, la quieren a la distancia, a veces viven lejos, o en otro país, y sienten de otra manera, están presentes de otra forma, generan un tipo de abuelidad innovadora, que no es poniéndoles el cuerpo y el tiempo. Y están las transicionales, probablemente la mayoría, que tienen algunos rasgos de la tradicional y otros de la innovadora. Son mujeres de entre 50 y 60 años, que están en un período que hoy se considera como jóvenes. La representación que tenemos de las abuelas de otras épocas, la viejecita recluida en la casa esperando a los nietos, hoy quizá corresponde a las bisabuelas.”
El Ultimo DIU
Delfina E. (49) es profesora de gimnasia, casada, estilo vamp, verborrágica, fue abuela de mellizos hace un año, y les enseña a sus nietos que la llamen “Delfi”. “Si tengo que ser sincera, para mí fue muy duro; cuando me lo dijo mi hija, al mes de estar embarazada, quedé muda, cataléptica. Por una semana no me hablaron ni ella, ni mi yerno. Es mi única hija, la tuve muy joven, a los 19, antes de casarme. Bueno, qué sé yo, no pensaba ser abuela tan joven, la palabra abuela no me gusta, si decís ‘soy abuela’ te pasan a valores. Quiero mucho a los mellizos, son divinos, juego con ellos. Pero creo que todavía no reacciono del todo. Estoy en plena menopausia, el otro día me saqué el último DIU, mi marido ni lo sabe, lo hice por indicación de la ginecóloga, pero no le conté nada a nadie, no pude, lloré mucho. Casi me muero cuando nacieron, fueron a incubadoras, porque eran mellizos, y la nurse me dijo: ‘Pase la abuelita’. Claro, no me veía, me habían puesto máscara, bata, gorro, pero igual, qué desubicada, ‘la abuelita’, así, en diminutivo. Me da como culpa lo que siento, es muy raro; amigas mías que todavía tienen hijos adolescentes o solteros me miran casi con pena. Creo que soy inmadura, pero no soportaría que me digan abuela. Y encima en diciembre cumplo 50. ¿Parezco una abuela? Mi marido está feliz con los mellizos, nosotros no tuvimos hijos, será por eso. Yo no tenía ganas de empezar de nuevo con todo y él lo aceptó. A los mellizos les cambio los pañales, les doy la mamadera. Los veo una vez por semana, mi hija dice que no pongo onda, pero trabajo, voy al club, salimos mucho con amigos. No hace falta que pongas mi apellido, ¿no?”
La ley de la vida
Doris Baigorria (68), morena y vivaz, primero mira con desconfianza, dice que ella no tiene nada que decir por ser abuela, lleva de la mano a un varón de 6 y a una nena de 7, sus nietos. Llegaron al centro desde José C. Paz, en micros que los dejaron a varias cuadras y marchan encolumnados con “el barrio” hasta Plaza de Mayo. Ella lleva un chaleco amarillo, es piquetera desde hace varios años, antes fue obrera textil, empleada doméstica, planchadora en una tintorería.
“No, no me jubilé, me cansé de los papeles. Trabajé toda la vida y me aportaron casi nada. Mejor venir aquí que hacer cola para la jubilación. Me cansé, soy pobre, no estúpida. ¿Ser abuela? Soy abuela desde siempre, tengo doce nietos, algunos están en el Chaco, pero estos dos viven conmigo, mi hija trabaja en una casa de familia, el marido se fue y no volvió más. Siempre fui abuela, crié a muchos de mis nietos, bien criaditos, mi primera hija tenía 15 cuando me hizo abuela. Yo la tuve a ella a los 16. No, no me canso, Diosito me dio buena salud, lo que cansa son las tristezas. El piquete, el barrio, los compañeros me dieron ganas de nuevo, soy fuerte; pero se me murió un hijo en la cárcel, y no tenía más voluntad de vivir, me rescataron unas vecinas y empecé a venir a la Plaza, a caminar el barrio, a hacer cosas. Es la ley de la vida, primero tiene hijos y después tiene nietos, pero hay que darles de comer a todos, mandarlos a la escuela. Soy bisabuela, dos de mis nietos grandes tienen hijos. Estos me quieren y siempre andan conmigo, son piqueteritos, como la Yaya: a mí me llaman la Yaya.”
MARÍA DEL CARMEN
BUENOS AIRES
ARGENTINA

abril 09, 2007

Para reflexionar

+ 5 cosas que los padres deben saber de sus hijos +

1. Cada hijo nace con un carácter que no puedes cambiar.
Tienes 2 hijos. A los dos los educas de la misma forma. Tienen ambientes y amigos parecidos. Pero tienen personalidades totalmente distintas. Uno es rebelde, otro es noble. Uno intelectual, el otro rapero. Uno es deportista, otro ama las letras. Incluso, otro es gay ¿por qué? Tus hijos nacen con una misión sembrada por el creador desde su nacimiento. Esa misión es revelada con el paso de los años y son dotados con un carácter único de acuerdo a su misión. No es algo que puedas cambiar.

2. Dinero no es igual a amor.
¿Cómo percibe un hijo el amor de sus padres? A través de su presencia. A través del juego. Si es escuchado y recibe consejos. La mayoría de estas cosas no cuestan dinero, pero si tiempo. ¿Qué no interpreta un hijo como amor? La ausencia física del padre, es decir, que trabaje 10 horas diarias y casi no lo vea. Las críticas frecuentes. Comprar juguetes, ropa y todo tipo de bienes materiales. Este último punto es de los más peligrosos. Una joven y atractiva señora se me acercó a preguntarme de la rebeldía de su hijo, después de una conferencia. Era madre soltera, trabajaba como enfermera largas horas y para compensar la falta de tiempo, le compraba regalos a su hijo. Pero este siempre pedía más. Aprendió a controlar a su madre, porque ella se sentía culpable de no tener tiempo para él. Pero no sabía como detener esta rebeldía ¿Solución? La disciplina. Hay que tener valor y decir basta a chantajes emocionales. Aunque sea el hijo. Si das exceso de bienes materiales a tus hijos, estás creando monstruos. Para un hijo, tiempo es igual a amor. Olvida a la nana y a la abuelita. Si tú no estás con ellos, estás creando heridas emocionales muy profundas que ni con todo el oro del mundo podrás cicatrizar.

3. Di no a la esfera de cristal.
Platicaba con una joven compañera de trabajo de 20 años. Brillante y de memoria prodigiosa. Me confesó que deseaba independizarse tan pronto tuviera el dinero necesario, porque sus padres y hermanos no la dejaban vivir "Mis padres y hermanos siempre han resuelto mis problemas y no me siento bien. Siento como si estuviera encerrada en una esfera de cristal, protegida de los problemas de la vida. Pero se que la vida no es así". Esta chica anduvo de novia con un compañero de trabajo de 40 años y mujeriego. Todos sabíamos que no era alguien confiable. Pero ella cayó en sus redes por su inocencia. Encerrar en esferas de cristal a tus hijos, solo genera mayor ansiedad por el mundo exterior y los obliga a cometer errores más graves, que si les permitieras experimentar la vida como es, pero...

4. Tú eres su centinela.
Como padre, les llevas la delantera a tus hijos. Sabes a que problemas se enfrentarán en el camino y tú debes guiarlos. Ser la lámpara que guíe su camino, hasta que ellos tengan su propia luz para guiarse. En la niñez y adolescencia, tus hijos son torpes y necesitan dirección. A veces, usar la fuerza si es necesario. Los hijos lo agradecerán en el futuro. A la cantante mexicana Yuri se le murió su padre y en entrevista, confesó "una de las cosas que le recrimino a mi padre, es que no me detuviera cuando yo era una adolescente y decidí casarme con Fernando Iriarte. Mi padre me preguntó que si eso era lo que deseaba y al responderle 'si', me dejó ir, a pesar de que no estaba convencido. Fue un error vivir con Fernando. Me hubiera encantado que mi padre me hubiera detenido". Por otra parte, conozco mujeres que conocieron al amor de su vida en la adolescencia, sus padres les prohibieron seguirse viendo y aun casadas después de varios años, añoran a ese amor y no son felices ¿Entonces, qué diablos hacer? ¿Cómo saber la decisión correcta? No existe ninguna fórmula para saberlo. Pero tienes que estar consciente que debes detener a tus hijos a la fuerza de ser necesario, si sabes que cometerán un error que afectará profundamente su vida. Utiliza toda tu experiencia, intuición y diálogo con tu pareja, para saber en que momento tomar este tipo de decisiones.

5. Te comprenderán cuando sean padres.
"El que sea perfecto, que tire la primera piedra". Como padre cometerás errores en el camino. Injusticias. Pero tus hijos crecerán, se convertirán en padres y te comprenderán. Apreciarán esa labor de sacrificio y amor que había atrás de tus regaños. Atesora los buenos momentos con tus hijos y disfrútalos. Son un regalo divino.

* Autor: Edgar Martínez *